Elegir “La casita de los viejos” fue tarea fácil. Estamos ante un texto compacto y sintéticamente desarrollado desde lo literario en forma perspicua y simple. En definitiva, estamos ante la obra de uno de los mejores autores del teatro nacional contemporáneo: Mauricio Kartun. La decisión de presentar esta obra responde a una reacción primaria que suele sucederme cuando leo un texto teatral: si al cabo de la tercera lectura el escrito sigue emocionándome como la primera, entiendo que tengo ante mí, una historia maravillosa para contar.
Este drama, de concepción onírica, se presenta ante el espectador con un lenguaje claro y con imágenes y sensaciones comunes a la mayoría de nosotros, lo que lo convierte en una historia asequible. Quien presencia esta obra, encuentra más de un punto en común con situaciones de su propia vida.
La estética que intento reflejar en la puesta en escena entonces, responde a lo anteriormente expresado.
La unificación de colores y lo abstracto de la escenografía lleva al espectador a entender, casi en forma inmediata, que está frente a imágenes que no responden a una realidad concreta, sino a la imaginación del protagonista.
Es premisa de esta puesta que la palabra y los sonidos sean los elementos a destacar, sin desvalorizar por cierto, las imágenes y climas que se generan sobretodo con las luces.
Para realizar esta puesta, he trabajado con los tiempos y las posibilidades que puede ofrecer un trabajo independiente. Uno o dos ensayos semanales de tres horas que se vienen realizando desde junio de 2010 hasta la actualidad.
Es fundamental, en mi rol de director, tratar de transmitir a los actores y técnicos qué y cómo quiero contar esta historia teniendo en cuenta que el porqué surge de cada integrante, de manera tal de poder sustentar su propio trabajo.
Desarrollada esta primera instancia, fundamenté a los actores cuál es la concepción de mi puesta en escena para que los mismos revelaran sus personajes en un ámbito que les sea oportuno.
Como expresé anteriormente, es prioridad en mi puesta, el valor de la palabra, por lo cual trabajé durantes varios encuentros, la lectura del texto para que los actores descubrieran sus propios sonidos, que serán característica básica de sus personajes.
Posteriormente, se desarrolló en forma cronológica, las diferentes escenas que componen la obra para sostener en conjunto, los tiempos de la puesta.
Resuelto entonces el espacio y los tiempos por donde se moverán los personajes, comenzamos a componer la estética de los mismos (Vestuario, elementos a utilizar) de acuerdo a mi criterio y a lo que sentían los actores.
Medianamente resuelto este punto, me dediqué a trabajar con dos “personajes” que dan marco a cualquier estética teatral: La luz y la música y/o sonido.
Parte fundamental entonces de la puesta, dichos componentes cerraron el círculo narrativo sobre el escenario.
Quiero destacar, como parte fundamental de mi trabajo, que más allá de todo dato técnico, intento insuflar en todos los integrantes de este proyecto, la necesidad de contar una historia a la gente y para ello, es menester que cada integrante tome como propia dicha necesidad.
Sin duda, será el espectador quien cierre esta mágico y antiguo ritual pero esa será otra historia. La más importante.
SERGIO BERMEJO
DIRECTOR